El bichito viajero
Comenzando a viajar
Dicen que cuando te pica el bicho viajero ya es muy difícil curarte e intentar llevar una vida «normal». Con una vida normal me refiero, a una vida en la que vives en tu propio país, donde tienes un trabajo estable, una familia, un perro, una rutina. Se supone que esto es lo que dice la sociedad que debemos de obtener para vivir una vida adecuada a las necesidades de la sociedad y así, encajar en ella. Pero cuando el bichito viajero te pica (y duro) ya no hay marcha atrás y te conviertes en una persona que raramente encaja con esas características.
Creo que el bichito viajero me había picado ya desde pequeña. Para entonces ya tenía sueños, y uno de ellos era viajar a algún lugar que estuviera muy lejos. Algún lugar que me diera paz, a algún lugar diferente. Pero naturalmente durante mi infancia esto eran solo sueños. Por lo tanto, el bichito viajero se quedó en algún lugar de mi alma incubando hasta que un día ya crecí, y tome una decisión que marcaría y cambiaria mi vida para siempre. Me fui a Irlanda. Concretamente a Dublín.
Allí empezó mi gran aventura viajera. No fui de vacaciones, fui unos meses para aprender inglés.
Mis primeros pasos
Una aventura encontrar trabajo en Dublín
Tengo que decir que no tenía ni idea del idioma, fui con poco dinero, me costó bastante encontrar trabajo al principio. Gracias a la ayuda de un gran amigo pude salir adelante en mi aventura y poco a poco fui aprendiendo el idioma más importante de todo el planeta (una cuartada muy buena hablar inglés, pues lo necesitaría para todo lo bueno que estaba por venir y para mi vida viajera tan apasionante)
En Irlanda viví seis años. Al principio tan solo quería que mi estancia no fuera más de 7 meses. No fue así. Fueron diferentes motivos los que me mantuvieron en Dublín durante muchísimo más tiempo.
El primero: el bichito viajero incubado dentro de mi desde la infancia, ya empezaba a florecer.
El segundo: Un idioma desde cero no se aprende en tan solo siete meses. Especialmente el nivel que yo perseguía . Se requiere de mucho esfuerzo y años para aprenderlo de verdad. Hoy en día, os aseguro que jamás, en mis años de infancia, ni en mi adolescencia me hubiera imaginado dominar el inglés como lo hago hoy.
Mis años en Dublín fueron muy divertidos. Básicamente pase en aquella ciudad los mejores años de mi juventud. Desde los 22 hasta los 30. Viví grandes experiencias, por supuesto, buenas y malas. Pero lo recuerdo con gran cariño y hoy se, que con todas las personas con las que me cruce allí , me enseñaron algo nuevo, y algo importante que necesitaba saber. Al igual que las malas experiencias me enseñaron a no tener miedo en el futuro a seguir cumpliendo sueños.
Mi primer anio en Dublin
Conociendo mundo
Y es así, como comenzó la gran aventura de mi vida viajera y comencé a ver mundo. Por supuesto, no todo fue bueno viviendo en Dublín. Tuve momentos de profunda soledad. Una de las grandes desventajas de conocer a gente nueva y fabulosa es que quizás, esas personas en algún momento volverían a sus respectivos países o seguirían su camino viajero por otro lado . Y tú, ya ves, te quedas allí. Casualmente son personas como tú, tienen ese bichito viajero dentro de su alma y de alguna manera sabes, que tarde o temprano el universo os volverá a juntar en algún lugar de este increíble mundo llamado «tierra».
Seis años en Irlanda fueron los suficientes para que el bichito viajero que incubada dentro de mí, despertara para siempre.
recorriendo mundo
Durante esos 6 años en Irlanda, tuve un intento o dos de volver a España para quedarme un volver a reconstruir mi vida en mi país, sin embargo, y a pesar del gran país que es España , del sol, de la gente, de la comida sabrosa, de la gente simpática, de las cervezas baratas en frente de la playa, de la paella, de mi familia, del chico que me gustaba, de mi coche, de mi buen trabajo, de todo.. A pesar de todo eso, el bichito viajero me seguía hablando de sueños. Sueños que no tenían nada que ver con todo aquello que estaba dejando atrás. Me volví a marchar. Volví a Irlanda. Después pase un tiempo en Escocia y Malta. Esta vez ya no había retorno. El bichito viajero se había apoderado de mi para siempre y yo, ya no era la misma Marian que un día dejo a su familia y amigas